jueves, 17 de abril de 2008

De lo Sagrado en el Arte y el Pensamiento Mítico (Luz Miriam Gutiérrez)

Este libro aborda el estudio de las hierofanías y la mitopoyesis desde el punto de vista del arte teatral, creciendo en un pensamiento reflexivo y filosófico, elaborando una nueva valoración e interpretación de la naturaleza y el mito cósmico. Las fuerzas actorales están profundamente entrelazadas a las fuerzas cósmicas, donde obra el azar en la voluntad de sobrepotencializar la vida. No hay doctrinas ni valores antinaturales que obstruyan el entramado mítico-simbólico con los ritmos cósmicos de la naturaleza: instantaneidad en la ritualidad de las máscaras con el drama profundo de la vida y la muerte.A partir de los planteamientos filosóficos de Gilles Deleuze sobre Diferencia y repetición que hacen referencia a la multiplicidad de la Idea inexplorada en el teatro, el libro nos involucra en las fuerzas nómades, disidentes; fuerzas de resistencia capaces de llevarnos más allá de nuestras propias márgenes, de nuestras propias estructuras mentales y experiencias sensoriales e imaginales.

Desde aquí se piensa el teatro que instaura la diferencia en la repetición; diferencia liberada del pensamiento dialéctico, contradictorio que siempre vuelve a lo idéntico. Comienza a moverse el suelo de la representación: ya existe otro modo de ver la vida, de experimentarla. Esa búsqueda, esa metamorfosis, esa transpiración es la que persevera como experiencia artística encaminada a la conformación del Teatro Danza Ceremonial de la Máscara Mítica, cuyo rumbo interpretativo tiene su sentir en las artes, las cosmologías y las mitologías milenarias de América; enfrentándonos, desde aquí, a redescubrir otros motivos para redefinir qué es y cómo pensar el teatro.

Juan José García Piñeiro y su búsqueda de las plantas sagradas

Este psiconauta español, versado en la utilización de las diversas drogas que circulaban por el continente europeo a finales de milenio, viajó entre 1994 y 1995 por Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Cuba buscando experimentar con las plantas sagradas de los chamanes andinos.

Después de su recorrido y alentado por un grupo de chamanes escribió “En busca de las plantas sagradas”, un libro en el que relata los pormenores de sus encuentros con diferentes chamanes (algunos de los cuales considera fraudulentos y a otros auténticos), sus experiencias con el cactus San Pedro y con la ayahuasca; así como sus proyectos de organizar junto con sus amigos a las "Tribus de Occidente", a los Guerreros Espirituales del continente europeo para que se reúnan y organicen sus propios rituales cultivando y utilizando sus propias plantas sagradas.

Este libro contiene información precisa acerca de personas, lugares, contactos y aspectos de interés para quien esté interesado en hacer un viaje por estos sitios.

García Piñeiro dice haber comprobado que los efectos de la ayahuasca dependen en gran medida de la densidad de la bebida final, de la calidad de las plantas utilizadas, así como de "la meta programación y el ritual". Entre las indicaciones que recibió de los chamanes durante sus experiencias con esta bebida ceremonial están las siguientes: intentar permanecer ante las visiones como el espectador de una película, en el centro del ciclón, y controlar y dirigir la experiencia, de acuerdo con su objetivo; unir la energía del grupo para potenciar la energía total; evitar el fuego y los espejos por ser demasiado seductores para los sentidos, y respirar abdominalmente para mantenerse como testigo.

Francisco, uno de los chamanes con los que Piñeiro entró en contacto, le dijo que la misión de las plantas sagradas es "separarnos del ego y ponernos en contacto con Dios, con el amor absoluto", dijo también que "ayudan en las cosas de la vida" y siempre responden: "Basta que tengas una intensa necesidad de respuesta y ésta te llegará a lo largo de la sesión, o inmediatamente después. Y si no te responden, es que la pregunta realmente no tenía ninguna importancia". Una vez terminado su viaje, Piñeiro quedó convencido de ello y escribió:

El yagé es un ser inteligente, que existe realmente, y que puedo comunicarme con él por ahora introduciéndolo en mi cuerpo, pero más adelante, parece ser que no necesitaré tomarlo para, de algún modo hablar con este ser... Este ser es bastante sabio, y cada visión que provoca es una lección, una enseñanza; aunque a veces tarda días, meses o años en revelar su significado último expresado en visiones, sensaciones, sentimientos, presencias no corporales pero reales, etc... Las plantas maestras, tanto la ayahuasca como el San Pedro, me dan consejos cuando estoy bajo sus efectos, me encargan cosas y también me aclaran cualquier problema que se me ocurra... Una a una voy sometiendo a consideración de la planta –o no sé si de algún lugar remoto de mi mente- toda clase de cuestiones; unas de carácter personal, otras de mucho más trascendencia, como el futuro del planeta o la especie humana, la reencarnación y la muerte, etc. etc. Sorprendentemente la planta va respondiéndome con exactitud a cada cuestión, y generalmente de un modo muy convincente, pues no suele responderme con palabras, sino con una imagen, o... haciéndome vivir una experiencia que es de por sí una respuesta a la pregunta en cuestión...

martes, 15 de abril de 2008

Curando adicciones con ayahuasca

La comunidad de Takiwasi en Tarapoto, Perú, ha sorprendido al mundo por su planteamiento poco convencional de curar adicciones con la ayuda de la ayahuasca. En plena selva amazónica trabaja un singular equipo de psicólogos académicos y chamanes que enseñan al adicto a valorar la dimensión sagrada de las plantas de poder y a recobrar el respeto por la naturaleza y por su propio cuerpo.

Este centro ha llamado la atención de muchas personas por ser una ejemplo vivo y funcional de la síntesis de la medicina moderna con la medicina tradicional. Jaques Mabit, un médico de origen francés y José Campos, un chamán de la zona, son los iniciadores de Takiwasi. Su propuesta es clara y valiente: "que el paciente toxicómano entre en el mundo de las plantas sagradas con la actitud de llegar a un encuentro con el espíritu, sin quedarse en una mera toxicomanía de experiencias variadas que no logran conectar con lo que en realidad cura y otorga sabiduría; eso que algunos llaman Dios".
Mabit llegó a Perú hace 18 años para trabajar en un convenio franco-peruano dirigiendo un pequeño hospital. Allí colaboró con curanderos que le decían que los espíritus les enseñaban a través de la ayahuasca, de las dietas y de los retiros. Le aseguraban que no entendería nada si no la tomaba, ya que ellos sólo podían prepararle la ayahuasca pero el trabajo lo tenía que hacer él, ya que la planta le enseñaría directamente. Mabit dice haberla probado con entrega y cautela: "tomar ayahuasca fue una revelación para mí porque se desgarró el velo y vi que sí había otra realidad, y una posibilidad de acceder y comunicarse con esa otra dimensión." Asegura también que en determinado momento "la voz, el espíritu", le dijo que su camino era trabajar con adictos toxicómanos y tres años más tarde, en otra sesión de ayahuasca realizada en 1989, le llegó la confirmación de que ese era el momento. Poco después conoció a José Campos y comenzaron a trabajar en equipo.
En la actualidad trabajan principalmente con oriundos de la zona afectados por la cocaína y algunos extranjeros, como la mayoría son personas de bajos recursos la mayoría no pagan. Takiwasi recibe algunas donaciones y subvenciones de organismos internacionales para el mantenimiento de cada paciente que les cuesta alrededor de 500 dólares mensuales. También publican una revista (Takiwasi) e investigan sobre el uso de las plantas tradicionales de la región.
Para el Dr. Mabit, "un toxicómano es una persona que busca, de forma inconsciente, su propia iniciación en el mundo espiritual; pero lo hace sin guía y en malas condiciones, por lo que en lugar de liberarse, acaba en el infierno".

La persona que se somete a un tratamiento en Takiwasi trabaja con sus sueños analizando el material onírico en dinámicas de grupo y tiene entrevistas personales de psicoterapia clásica, además de las actividades propias de la comunidad terapéutica que son trabajo, ergoterapia y deporte. Este proceso se complementa con los retiros en la selva llamados "dietas", que además de una dieta alimenticia libre de sal e ingiriendo "ciertas plantas que permiten reconectar con el mundo emocional", conlleva el aislamiento de todo lo que pueda resultar perturbador durante la experiencia con ayahuasca. En palabras de Mabit: "El adicto estará solo con la Naturaleza, con el único cuidado de uno de nosotros, que nos situamos a unos doscientos metros. Hay una total soledad; y ahí surge un trabajo de confrontación con uno mismo, de introspección espontánea. En la selva todo recobra un sentido. El adicto se hace conciente de que más allá de lo que ve hay un orden y de que no puede hacer lo que quiere y cuando quiere, porque eso no es la libertad".
La dieta supone ocho días de aislamiento total para luego volver al centro, donde permanece quince días más con control sobre ciertos alimentos o cosas que no puede hacer. Después continúa con la terapia y a los dos meses hay otra dieta. En el esquema terapéutico primero se trabaja con el cuerpo a través de la depuración física; luego se trabaja la vida familiar, las emociones, la afectividad, la seguridad; y en la tercera etapa se aborda la parte espiritual. La evaluación se hace de tres formas: una la realiza el propio paciente a través de sus visiones o sueños; otra la realiza el quipo terapéutico bajo la guía de la ayahuasca y a través del trabajo ortodoxo de diagnóstico clínico físico y psicológico.
Manuel Almendro, un psicólogo transpersonal que entrevistó al Dr. Mabit en Tarapoto cuenta: "Cuando uno está en Takiwasi y participa de su comunión, se penetra en los caminos de la sabiduría perenne. La vieja alquimia, los procesos chamánicos, las enseñanzas orientales y cristianas parecen unificarse en este lugar que constituye un arquetipo del proceso para salir de la pecera".
A propósito de la psicología transpersonal, el mismo Mabit asegura que ésta es una de las herramientas más útiles para revisar los instrumentos conceptuales que se utilizan tanto en la medicina académica como en las ciencias sociales para comprender las medicinas tradicionales: "Las nociones de bio-energía, el cerebro holográfico de Karl Pribam, los campos morfogenéticos de Rupert Sheldrake y la psicología traspersonal, por ejemplo, pueden constituir pistas a explorar para profundizar un campo que nos queda ampliamente desconocido."

En el ensayo "El cuerpo como instrumento de iniciación shamánica", el Dr. Mabit relata sus experiencias iniciáticas en la cosmovisión andina y confiesa que "para un médico formado en una universidad francesa, educado en un medio formal, racionalista, positivista, el acceso a un nuevo pensamiento exige una gimnasia mental muy exigente".
Pues se nos enseña que lo mental tiene que ver con el cerebro o el sistema nervioso y en base a ello ha estructurado especialidades como la psiquiatría, la psicología, la psico-farmacología, etc. En cambio, el chamán nunca se refiere a esta dualidad de cuerpo y mente sino que "evoca únicamente el cuerpo, como receptáculo a la vez de la materialidad como de la psique" y agrega una tercera dimensión, la del espíritu, que trasciende a ambas y constituye la esencia del ser humano. El espíritu está encarnado, preexiste al ser humano y no depende definitivamente de él, "es inmaterial, inalterable, trascendental y por lo tanto permanece cuando desaparecen cuerpo y mente... no tiene localización en el espacio-tiempo de Euclides, pertenece al tiempo-espacio mítico caracterizado por su infinidad, su eternidad que en otros términos diríamos como a-temporal, carente de la noción de distancia y de duración."
Dentro de esta cosmovisión, el individuo tiene por única posesión, durante su vida terrestre, su propio cuerpo y éste "constituye la materia prima que permite acceder a la plena conciencia, al espíritu realizado e iluminado si es que se utiliza en forma correcta". Es por ello que los chamanes con quienes Mabit trabajó le dan mucha importancia a la limpieza y funcionamiento óptimo del cuerpo, pues las "energías perturbadas" provocan disturbios a la vez físicos y mentales. Le asombra que para ellos un disturbio mental requiera en primer lugar de un cuidado físico: "Nos encontramos al punto exactamente opuesto a las técnicas convencionales de psicoterapia que se mantienen generalmente a distancia del cuerpo (control de la transferencia y contra-transferencia) y se focalizan en la mente, el discurso del paciente, el logos, la palabra, el verbo." Bajo este enfoque comprende también las restricciones relacionadas con la utilización de las plantas sagradas en el contexto chamánico.

La toma de Ayahuasca para fines curativos o iniciáticos supone una serie de reglas muy estrictas, períodos de aislamiento en la selva, ayunos, dietas, evitamiento del sol, de la lluvia, del contacto con el fuego, la abstinencia sexual, el evitamiento de olores fuertes, dieta sin sal... Todos esos métodos no son meramente simbólicos, no constituyen una manera metafórica de concebir la vida, una simbología con alcances culturales... sino expresan un conocimiento sumamente fino y elaborado del manejo del cuerpo, un conocimiento también de los riesgos, de los peligros de la intoxicación descontrolada para la cual existe todo un cuerpo de técnicas preventivas y de emergencia.

Dice Mabit que la ingestión de la ayahuasca induce "nuevos estados mentales sin pérdida de la consciencia, sin desubicación en el espacio-tiempo, sin desvanecimiento de la identidad de sí mismo, sino más bien una amplificación de esa, una superación del ego freudiano al gran EGO impersonal (ELLO) en el cual el mundo mítico presenta cualidades siempre ambivalentes (y no ambiguas)"; restableciendo así la continuidad con el macrocosmos. Y es entonces cuando uno puede "comunicarse con las 'energías, fuerzas, espíritus, genios o ángeles' que animan la naturaleza, las plantas, los animales y el mundo calificado en forma abusiva de inanimado".
En opinión de este médico-chamán, "los sueños y las visiones inducidos por el ayahuasca son representaciones de la realidad profunda que tienen un carácter pedagógico para quién sabe manejarlas", y sólo son accesibles con el enfoque del cerebro derecho, pues la interpretación racionalista del cerebro izquierdo los reduce a conceptos folklóricos o simplemente poéticos que a final de cuentas "son traducidos como un conocimiento vano, inútil e ineficaz".